19 enero, 2013

Cazatalentos. Por Francisco Sosa Wagner



Simpática expresión la del “cazatalentos” puesta de moda estos días pues hay empresas dedicadas a este menester. El talento como objeto cinegético es un hallazgo de la moderna ciencia del management y del leadership. Como ahora ya se va poco a cazar perdices porque el noble arte de buscar aves en el campo se ha convertido en una afición propia de personas sin entrañas -es de mejor tono cogerlas en una bandeja en el supermercado-, pues se sale a una plaza a la búsqueda de un talento. ¿Es usted un talento? no, señor, soy simplemente odontólogo, carezco de ideales fuertes y sé poco de conflictos emocionales.

Y es que, para alcanzar la condición de talento, el sujeto ha de estar adornado de algunas virtudes especiales pues cualquier botarate no puede ser calificado como talento. Para serlo, lo más eficaz es acudir a la publicidad de estas empresas y en ella se podrá advertir cuáles son exactamente esas virtudes. Esto permitirá al joven que aspire a ser talento a identificarlas y prepararse para llegar a atesorarlas. Aparte de los ideales fuertes y lo de los conflictos emocionales ya señalados, hay que disponer de sentido de la lealtad, de la motivación y del compromiso así como capacidad para la austeridad y el sacrificio. Un peldaño más arriba se halla el carácter persuasivo, la autoridad y el mando que se sepa desplegar, más la habilidad para la eficiencia y el retorno de la inversión. Quien además sepa conocer las dinámicas cambiantes ya está cerca de ser Fleming.

Aquél que se mueva con soltura en estas pericias está en condiciones de entrar en una empresa que monitorice el sector, una de esas empresas verdaderas y serias, las que saben identificar tendencias, fomentar la inteligencia sectorial con el seguimiento de funciones clave y distinguir el conocimiento potencial.

Así de sencillo. ¡Y pensar los esfuerzos y energías que se han empleado durante años en seleccionar a los abogados del Estado y a los cirujanos de la Seguridad social! Unos aprendiendo temas y más temas de derecho hipotecario, de hacienda pública y de derecho civil; los otros metidos en los quirófanos horas y horas, haciendo guardias, ejercitándose en el manejo del bisturí y de los medios técnicos más modernos ... pero ¡qué insensatez! Pues ¿y los catedráticos de Física? las pestañas se han dejado muchos en los laboratorios en condiciones laborales precarias y lo mismo los profesores de instituto ¡que se aprendían -los muy ilusos- la gramática y la historia de España! Y los veterinarios, que han rodado por los pueblos polvorientos, aquí sacando un ternerito del vientre materno, allá recomponiendo la pata de un caballo, o esa pianista abnegada, con dedos como surtidores, todos ellos descubren ahora que son lo más cercano a unas piltrafas porque no son talentos, los talentos que merecen ser cazados son los de los dominios emocionales y los del retorno de la inversión.

Pero ¿cómo hemos vivido en la higuera y no nos hemos dado cuenta? Me incluyo porque yo también he perdido los mejores años de mi vida estudiando el contencioso-administrativo y la expropiación forzosa sin darme cuenta de que, por este camino, jamás llegaría a talento. Y así he venido a parar en esa maldita medianía que no sabe identificar tendencias ni advertir la verdadera inteligencia, la sectorial, que es la buena y la definitva.

Vidas perdidas y me dirijo a tantos y tantos lectores: a ese farmacéutico, a ese notario, a esa magistrada de la Audiencia, a esa fisioterapeuta, a ese fontanero o a ese carpintero, a esa bailarina de ballet, blanca campánula, a todos cuantos saben su oficio pero que, ay, ni son talentos ni se les espera allá donde las empresas “cazatalentos” guardan sus esencias. ¡Y yo que hubiera querido ser cazado como talento y a lo más que he llegado es a ser cazado en una trapacería!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Donen sangre, por favor. Profesor, gracias por su blog. Lea Libération de vez en cuando, es un buen periódico.

David.