19 diciembre, 2005

Historia a la carta y tolerancia boba.

Viene hoy en La Vanguardia (véase también en Swiss info) la noticia de que un portavoz del Gobierno iraní ha declarado que somos unos intolerantes los occidentales por andar criticando las declaraciones de su presidente, Mahmud Ahmadineyad, en las que cuestiona la verdad del holocausto y lo califica como mito.
Hasta ahí, normal, pues no va a decir el portavoz de un gobierno que es una chorrada lo que ha dicho su presidente. No hay portavoces tan osados en gobierno ninguno. Pero seguimos leyendo y se nos impone una conclusión tremenda: estos iraníes, guardianes de la revolución de los ayatollahs, a los que considerábamos retrógrados y cerriles, acaban por ser la quintaesencia de nuestra posmodernidad, los que están más a la última y mejor encajan con las tesis y doctrinas que hacen furor en nuestras occidentalísimas universidades, comenzando por los campus yankees.
En efecto, sigamos leyendo y veamos. Dice el susodicho portavoz gubernamental, cuyo nombre reza Hamid Reza Asefi, que “lo que el presidente dijo es una cuestión de debate académico” y que los occidentales “deberían aprender a escuchar diferentes puntos de vista”. Muy bueno, Flánagan, lo de los diferentes puntos de vista, digo.
¿Por qué me parece superactual y megaposmoderno, fashion total, lo que dice este hombre del turbante? ¿Por qué considero que está a la ultimísima y más chic moda intelectual occidental y que deberá ser de inmediatamente aclamado por deconstruccionistas de toda laya y críticos culturales de cualquier pelaje? Pues porque viene a sacar para un caso práctico y real las consecuencias que se siguen de tanta historiografía posmoderna y tantos de los llamados “estudios culturales”. En efecto, hace tiempo que se lleva en los departamentos universitarios más guays la negación de la verdad, el cuestionamiento del valor probatorio de los hechos y la radical puesta en duda del método experimental como fuente de certeza. Recuérdese la que se lió con el caso Sokal, tan ilustrativo. La consigna es que la verdad no existe en nada, ni siquiera en la ciencia natural, los hechos no cuentan, sólo existen las narraciones que los inventan y los adornan, el mundo no es como es, sino como quieran componerlo los que sobre él teorizan, todo aserto sobre lo que hay, incluso lo más patente, transparente y evidente, envuelve un propósito de dominación y una diferenciación intolerable entre los que saben y dicen y los que no saben y tienen que callar, razón por la que, por lo visto, negar las evidencias y sustituir la contrastación empírica por cualquier género de cuento, patraña o metafísica es liberador y revolucionario. Y etc., etc., etc. Te tomas unos traguitos o un poco de hierba y mola un montón ponerse a soltar paridas así. Te quedas como descansado y, además, te invitan a dar un puñado de conferencias, todas en los lugares más enrollaos, postineros y progres.
Claro, tanto decir esas memeces para dárselas de críticos e incordiones y al final alguien acaba tomándolas al pie de la letra y dándonos con ellas por donde más nos duele. Vaya usted ahora a decirle a los iraníes que su fanatismo les produce ceguera histórica y estupidez galopante, y enséñeles las fotos, los testimonios, las cuentas, los libros de historia más serios, los edificios, cualesquiera pruebas. Y le replicarán que todo eso no cuenta, que cualquier cosa es discutible, que no hay verdad que valga ni prueba objetiva que merezca tan nombre y que, si no lo creemos así, les preguntemos a los filósofos nuestros que siguen a Derridá o a los historiadores que participan de las ideas historiográficas de Hayden White, por poner sólo algún ejemplo (para saber algo más de esto último, pinche aquí, o aquí).
Cuando una civilización cuestiona todo y no cree absolutamente en nada, ni en los hechos, acaba dando todas las ventajas a los fanáticos, que vienen a decir que si todo es cuento igual a cualquier otro, ellos siguen con su cuento y nos lo imponen y que, a fin de cuentas, qué nos importa vivir bajo una patraña o bajo otra. Nosotros no creemos nada, ellos creen en lo suyo, pues quedémonos con lo de ellos: ellos lo prefieren y a nosotros nos da igual... Donde todo se relativiza gana el absolutista pícaro, eso sí que es ley de la historia.
Hemos pasado un Rubicón de difícil vuelta atrás. De la muy moderna conquista de que todo pueda discutirse se ha ido a mantener que vale igual cualquier cosa que en esa discusión se diga. De la irrenunciable conquista de la tolerancia, que permite no matar ni castigar al que piense distinto o sea heterodoxo, se ha pasado a tildar de intolerante al que se permita criticarle a otro sus yerros más evidentes o sus mentiras más descaradas. Estamos confundiendo el derecho de cada uno a pensar como quiera y a expresarse libremente con la idea de que cualquier porquería de pensamiento sea tan digno y respetable como cualquier otro, o que cualquier afirmación de un tarado o un fanático envuelve la misma verdad que la del científico más riguroso, pues no hay propiamente verdad, al fin y al cabo. Tal parece que si uno dice lo que de verdad cree ya es un sujeto íntegro y loable, aunque crea majaderías o tenga el cerebro lleno de aguas fecales. Confundimos la sinceridad con la verdad y el descaro con la integridad. Vamos de nuevo a un mundo en que, de tanto relativizar toda idea, ninguna pueda imponerse por su fuerza o evidencia y donde no quede en pie más idea que la de le fuerza. La fuerza, por ejemplo, de las armas atómicas que ansían los ayatollahs mismos que dicen que todo es opinable y mero objeto de debate académico y que un respeto y una cosa para sus bobadas. Donde ya no cuentan los argumentos pasarán a dirimir las armas, pues la muerte y la coacción no ha podido todavía reducirlas a historietas el posmodernismo.
Pues yo propongo un experimento, para que seamos conscientes y decidamos si nos quedamos en el mundo moderno de la verdad científica y las libertades o si volvemos al oscurantismo y la fuerza bruta. ¿Que no nos convencen las pruebas del holocausto y que nos parece un puro mito? De acuerdo, pero entonces pensemos en los siguientes hechos, que, a título de ejemplo, voy a mencionar, y cuyas pruebas no son más rotundas que las del mencionado exterminio de judíos (y no judíos) a manos de los nazis. Puestos a negar o relativizar, puestos a no admitir más pruebas que las que queramos libremente ver, puestos a considerar que todo es discutible y que cualquier afirmación empírica vale exactamente igual que su contraria, apliquemos lo mismo a los hechos siguientes, que creíamos reales y probados y que, a lo mejor, son igual de discutibles, o igual de mentira.
a) El Gulag. b) Las guerras carlistas. c) La revolución francesa. d) El descubrimiento y colonización de gran parte de América por los españoles. e) La matanza de los indios norteamericanos por los conquistadores y colonizadores del Oeste. f) La existencia de Cristo.
Me siento perfectamente capaz de inventar para cada uno de esos casos una narración que presente como falsas y amañadas todas las pruebas, datos y testimonios con los que se cuenta para acreditarlos. Es facilísimo, absolutamente facilísimo. Basta decir que todo son mentiras que obedecen a intereses espúrios de unos malos muy malos que todo lo cambian para salirse con la suya. Y que no, que no y que no, que no trago ni con fotos ni con declaraciones ni con escritos ni con nada que se me presente, pues ya digo de antemano que todo es falso. Ah, y de paso tampoco me creo que los pájaros vuelen (casi todos) o que las vacas rumien. Y que me lo demuestren, qué caray, pero de forma que yo lo crea, no de otra. Y que yo ya digo de antemano que no me lo voy a creer, ojito.
A ese Ahmadineyad deberian hacerlo de inmediato doctor honoris causa de la Universidad de Yale o la de Stanford. Y a muchos de los filósofos e historiadores de Yale o Stanford tendrían que hacerlos de inmediato guardianes de la revolución iraní. Para que todo esté en su sitio. Aunque, en realidad, ¿quién nos aseguran que es verdad que los hacen tal cuando los hacen tal? Yo digo que ahora mismo yo no estoy aquí donde estoy y a ver cómo me demuestro a mí mismo que sí estoy. Todo es cuestión de debate acacémico, así que acabaré estando donde digan mis colegas o donde quiera Ahmadineyad, aunque me fastidie. Pero tampoco se me podrá replicar si yo digo que son unos hijos de la chingada, pues lo digo con espíritu académico y ánimo de debate, ¿eh? Así que cuidadín.
PD: please, absténganse de replicarme que también Sharon es mala gente, que también están muriendo malamente palestinos o que también los nazis exterminaron gitanos y gentes de otros grupos y razas. Todo eso es rigurosamente cierto, en mi opinión, pero no prueba nada contra la simultánea verdad, idénticamente igual de demostrada, de lo otro. Y que un cierto sionismo le haya sacado compensación o precio al holocausto (o se lo pueda sacar ahora a las gilipolleces del Ahmadineyad y sus ayatollas posmodernos) tampoco es argumento ninguno sobre la verdad o mentira de éste. ¿Acaso si alguien descubre la vacuna contra el sida, pongamos por caso, va a dejar de ser cierto el descubrimiento por el hecho de que el descubridor no sea majo o porque un laboratorio la comercialice?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo primero, hay que reconocer quer este moro está muy comedido en sus declaraciones, se estará de acuerdo o no, pero hay una línea cuando menos dialogante en este ámbito(ya sabemos que luego la libertad, sobre todo la de la mujer , brilla por su ausencia en Irán).
La estocada a fondo que tira garciamado va acompañada de una previa finta.
La finta : la ciencia y la verdad. El caso Sokal no lo he leído, lo leeré, pero creo que todo ser humano es consciente de que todo relativo no puede ser, que somos química no lo duda nadie, eso es verdad, que en múltiples ramas de diversas ciencias hay verdades indubitadas, creo que sí. Que por lo visto existen profesores poco científicos en toda área de saber, parece ser también indudable y verdad.
Entonces, no todos somos relativistas y aceptamos verdades científicas demostradísimas e irrefutables. Por tanto, aceptamos y reconocemos una verdad científica, contrastada, experimentada y demás componentes del método científico que estudia la naturaleza.
Finta descubierta, ahora hay sólo que preocuparse por la...
Estocada : Ya que por parte de los negadores y los afirmantes se acepta, que se puede llegar a la verdad o a la certeza (como en el proceso penal, según opiniones), la postura del moro es aceptable, que se abra el debate académico ; los afirmadores, deberían estar frotándose las manos, por fin se va a demostrar científicamente el Holocausto, que para ser verdaderos se debería llamar entre tanto persecución alemana, porque si somos científicos podremos saber que no todo el personal de los campos y las oficinas y tal eran del partido nazi, eran alemanes, les duela o no, ah ya, eran nazis coño, si ahora son también nazis la ETA y ERC, muy científico.
El gulag, las guerras carlistas, Mi Sr. Jesucristo, existieron , lo que no se le ocurre a nadie creer porque sí, si hay intereses económicos parece ser que muchos tienen precio y son crédulos, es que en el gulag asesinaron a 60000000 de personas , hicieron jabones y gases; nadie se cree que a la madre de Cabrera antes de fusilarla los cristinos la violaron seis veces, la sacaron los dos dientes de oro que tenía, las gafas se las quitaron e hicieron plomo para meterselo por el refajo y junto a ella asesinaron a culatazos previa violación a dos niñas cuyo pecado era jugar al corro de la patata; mi Señor Jesús existir existió, ahora bien reconozco que es cuestión de fe creer su subida al cielo al tercer día, tras su resurrección.
Tolerancia toda, ciencia, la que haga falta y más, lecturas y pruebas de toda parte y todo lado, porque aceptando el Holocausto por todas esas declaraciones y libros y testigos y demás , llegariamos a poder pensar en la locura de que todos los países hagan desaparecer las armas atómicas, ¿o no es una locura que unos puedan tener ese tipo de armas y otros no?, a los moros se les hacen callar con hechos, no con palabras de igualdad, verdad, dignidad, mujer ... pero con hechos como dejarles tener lo mismo que tienen otros (argumento para el matrimonio marica)o si nosotros dejamos el rollo nuclear, es muy posible que ante esa actuación, ellos también lo dejen.

Anónimo dijo...

Del Blog de Arcadi Espada, 18 de diciembre de 2005.

III
"Yo comparto la idea de Hannah Arendt de que no existe libertad de opinión si no se sabe mantener la diferencia entre hechos y opiniones. La libertad de opinión son discursos distintos sobre un mismo relato, no una infinidad de relatos sobre un mismo hecho." (Alain Finkielkraut, El País, 18 de diciembre del 2005).

30 de diciembre
Aún
“Sin embargo, el aspecto probablemente más destacado, y también más terrible, de la huida de los alemanes ante la realidad sea la actitud de tratar los hechos como si fueran meras opiniones. Por ejemplo, a la pregunta de quién comenzó la guerra se da una sorprendente variedad de respuestas. En el sur de Alemania una mujer —por lo demás de inteligencia media— me contó que la guerra la habían empezado los rusos con un ataque relámpago a Danzig (este es sólo el más notable de los múltiples ejemplos). Pero la conversión de los hechos en opiniones no se limita únicamente a la cuestión de la guerra; se da en todos los ámbitos con el pretexto de que todo el mundo tiene derecho a tener su propia opinión, una especie de gentlemen's agreement según el cual todo el mundo tiene derecho a la ignorancia (tras lo que se oculta el supuesto implícito de que en realidad las opiniones no son ahora la cuestión). De hecho, este es un problema serio, no sólo porque de él se derive que las discusiones sean a menudo tan desesperanzadas (normalmente uno no va por ahí arrastrando siempre obras de consulta) sino, sobre todo, por que el alemán corriente cree con toda seriedad que esta competición general, este relativismo nihilista frente a los hechos, es la esencia de la democracia. De hecho se trata, naturalmente, de una herencia del régimen nazi.” Hanna Arendt, Visita a Alemania.

Diarios, Arcadi Espada. Espasa 2002

Anónimo dijo...


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