Ayer me sucedió algo muy poco habitual en este oficio mío, y tengo una contradicción instalada en el alma, sensaciones agridulces que me dicen de lo poca cosa que es uno. Despotricas y despotricas y luego te tiembla la mano a la hora de ejecutar. Menos mal que hubo buena ayuda y la cosa salió bien.
Resulta que me tocaba ayer presidir (uno ya va teniendo su antigüedad, no crean) un tribunal de tesis doctoral. Al parecer es uno de los actos más relevantes de la vida universitaria. Pero si vemos la importancia que se la da hoy en día y que nadie hace caso del acto ni la ocasión, pensamos de inmediato que no será para tanto. Consecuencia, seguramente, de que en estos tiempos se hace doctor a cualquiera que se deje y le eche un poco de morro. Y con la máxima calificación, cómo no. A eso voy.
Pues ayer al buen hombre que defendía su tesis en una Universidad capitalina no le dimos esa nota más alta, la de sobresaliente cum laude. Sólo sobresaliente, a secas. La diferencia no es de matiz, no es pequeña en este mundillo que tiene sus pocas reglas y tantas convenciones no escritas. Yo digo que muy bien hecho, la decisión fue muy justa, pertinente. Pero me da pena, mira por donde, así ando. Porque el doctorando era una excelente persona, un latinoamericano que se había esforzado mucho y había hecho todo lo que había podido, en medio de dificultades reales. Pero no había podido mucho. Y la nota es justa, el trabajo no merecía más. Y a mí me da lástima, vaya por dios.
Si los otros del tribunal llegan a sentir como yo, habríamos hecho la cacicada, probablemente. Ya lo sé, sí, me resta algo de humano, maldición. Me queda la parte peor, la compasión impropia. Por fortuna, tenía cuatro compañeros jóvenes y cabales, rectos, justicieros de los buenos, equilibrados. Así que en el fondo estoy muy satisfecho de haber asistido a un acontecimiento excepcional. Y, pues me libré del pequeño oprobio y voté con ellos esa nota que no es la más alta, seguimos con la caña como si tal cosa. Porque, repito, lo normal es que pase lo otro, que se le dé incluso al muy malo (no era ése el caso tampoco) la máxima calificación con la excusa de pobrecito, pero mira qué cara de buena gente tiene. Y si es ella, más. Discriminación positiva.
Creo que no es sólo en la Universidad, aunque en ésta quizá sea donde más. En todo tipo de concursos para plazas del sector público es moneda común oír eso de cómo no le vamos a dar la plaza a Fulano, caray, fíjate que acaba de separarse y anda muy jodido; o lo de no nos olvidemos que esta chavala tiene dos hijos a su cargo y está pagando una hipoteca.
Tal parece que cuando alguien oposita deja de haber Estado social. Todo el mundo ha de hacerse funcionario para evitar la ruina definitiva y el dolor perenne. ¿Que usted se ha hecho alcohólico, está embargado (no de melancolía o cosa poética, no, quiero decir judicialmente) y su vida amenaza quiebra absoluta? Venga acá, buen hombre, que lo hacemos titular de Universidad. Conozco algún caso literalmente así. Bueno, con el detalle añadido de que su hermano era catedrático de la casa y del área de conocimiento. No es detalle baladí. Otro hubo que colocó a su vera, siempre a la verita suya y funcionarios docentes, como él, for ever, a sus tres hijos. Creo que tenía un cuarto que no se dejó, es que hoy, hija, el que te sale rebelde te amarga la vida, ya no saben lo que quieren. And so on. Un colega mío tenía su mujer de contratada para dar clases de lengua española en la Facultad de periodismo, pues es filóloga. Corcho, me fui de viaje unos meses y a la vuelta me enteré de que había conseguido colarla de profesora titular de Derecho. Los caminos del Derecho a veces son torcidos, como dicen de los renglones de dios, que escribe empinado, pese al buen pulso que lo define.
No muy lejos de donde yo en tiempos paraba se chinó definitivamente un cátedro entrado en años. Ni una a derechas daba ya, un auténtico cencerro. Pobre, sí, estoy de acuerdo, es una desgracia. Pero lo hicieron emérito para que, ya jubilado, enseñara unos añitos más a sus perplejos alumnos. Pidió la Universidad dictamen a dos de su gremio y el uno le dijo al otro dilo tú que a mí me da la risa. Y el otro respondió no, dilo tú que es un marronazo. En cosa de dos minutos ya se habían puesto de acuerdo ambos para dictaminar positivamente a dúo. Pavarotti y Plácido dando el cante, mismamente. Por el bien de la institución y defendiendo los valores de la santa tradición.
¿Que usted ha preparado diferentes oposiciones serias y no ha pasado de la primera prueba en ninguna? Pobrecito, míralo, treinta años, con novia y sin sueldo ni nada, saquémosle plaza de titular de Escuela Universitaria. Y no crean que la mayoría de estos sujetos responden con agradecimiento a la Cosa (perdón, quise decir Casa) y a los que prevaricaron en su honor. No. Generalmente en cuanto firman la toma de posesión dejan de aparecer por el trabajo, cuando de la Universidad se trata. Y todos, comprensivos, los disculpan con argumentos de este pelaje: es que ha comprado piso en Torrelodones y, claro, le cae lejos, no le vas a pedir que se haga el mogollón de kilómetros cada día. Elemental, magnífico y excelentísimo Watson.
Se me va la ira a lo mío y parece que sólo en la Universidad cuecen habas. Para nada, aunque ahí las haya a calderadas. ¿Que usted ha comprado una casa más cara de lo que puede pagar? Tranquilo, le convocamos una plaza de técnico en concurso restringido, tres mil al mes (va por ti, anónimo) y ya puede ir tirando, pobre chaval. ¿No es Juanín, el del Sindicato, el que lleva tres años liberado? Pues eso, hombre, ya bastante ha hecho para merecer ascenso. En el Ayuntamiento de mi tierra gijonesa saben bastante de eso últimamente, han perdido pleitos pero no han dado brazo a torcer. Puxa el sindicatu, mecagoenlespitesroxes. ¿Que usted le tiene fobia al condón y tampoco es precisamente el rey de la marcha atrás? No se angustie, su amplia prole le hará merecedor de estatuto funcionarial y le votaremos para cubrir la próxima vacante, aunque haya otros muchos con méritos mucho mayores. Mira esas criaturas, por dios, clavaditas a él, qué monos. Qué mala suerte tuvo mi abuela. Con sus catorce hijos se habría ganado algo más que el cielo si llega a ser hoy y se arrima a alguna tómbola autonómica, municipal o universitaria, algo caería, por el bien de su descendencia.
Resulta que me tocaba ayer presidir (uno ya va teniendo su antigüedad, no crean) un tribunal de tesis doctoral. Al parecer es uno de los actos más relevantes de la vida universitaria. Pero si vemos la importancia que se la da hoy en día y que nadie hace caso del acto ni la ocasión, pensamos de inmediato que no será para tanto. Consecuencia, seguramente, de que en estos tiempos se hace doctor a cualquiera que se deje y le eche un poco de morro. Y con la máxima calificación, cómo no. A eso voy.
Pues ayer al buen hombre que defendía su tesis en una Universidad capitalina no le dimos esa nota más alta, la de sobresaliente cum laude. Sólo sobresaliente, a secas. La diferencia no es de matiz, no es pequeña en este mundillo que tiene sus pocas reglas y tantas convenciones no escritas. Yo digo que muy bien hecho, la decisión fue muy justa, pertinente. Pero me da pena, mira por donde, así ando. Porque el doctorando era una excelente persona, un latinoamericano que se había esforzado mucho y había hecho todo lo que había podido, en medio de dificultades reales. Pero no había podido mucho. Y la nota es justa, el trabajo no merecía más. Y a mí me da lástima, vaya por dios.
Si los otros del tribunal llegan a sentir como yo, habríamos hecho la cacicada, probablemente. Ya lo sé, sí, me resta algo de humano, maldición. Me queda la parte peor, la compasión impropia. Por fortuna, tenía cuatro compañeros jóvenes y cabales, rectos, justicieros de los buenos, equilibrados. Así que en el fondo estoy muy satisfecho de haber asistido a un acontecimiento excepcional. Y, pues me libré del pequeño oprobio y voté con ellos esa nota que no es la más alta, seguimos con la caña como si tal cosa. Porque, repito, lo normal es que pase lo otro, que se le dé incluso al muy malo (no era ése el caso tampoco) la máxima calificación con la excusa de pobrecito, pero mira qué cara de buena gente tiene. Y si es ella, más. Discriminación positiva.
Creo que no es sólo en la Universidad, aunque en ésta quizá sea donde más. En todo tipo de concursos para plazas del sector público es moneda común oír eso de cómo no le vamos a dar la plaza a Fulano, caray, fíjate que acaba de separarse y anda muy jodido; o lo de no nos olvidemos que esta chavala tiene dos hijos a su cargo y está pagando una hipoteca.
Tal parece que cuando alguien oposita deja de haber Estado social. Todo el mundo ha de hacerse funcionario para evitar la ruina definitiva y el dolor perenne. ¿Que usted se ha hecho alcohólico, está embargado (no de melancolía o cosa poética, no, quiero decir judicialmente) y su vida amenaza quiebra absoluta? Venga acá, buen hombre, que lo hacemos titular de Universidad. Conozco algún caso literalmente así. Bueno, con el detalle añadido de que su hermano era catedrático de la casa y del área de conocimiento. No es detalle baladí. Otro hubo que colocó a su vera, siempre a la verita suya y funcionarios docentes, como él, for ever, a sus tres hijos. Creo que tenía un cuarto que no se dejó, es que hoy, hija, el que te sale rebelde te amarga la vida, ya no saben lo que quieren. And so on. Un colega mío tenía su mujer de contratada para dar clases de lengua española en la Facultad de periodismo, pues es filóloga. Corcho, me fui de viaje unos meses y a la vuelta me enteré de que había conseguido colarla de profesora titular de Derecho. Los caminos del Derecho a veces son torcidos, como dicen de los renglones de dios, que escribe empinado, pese al buen pulso que lo define.
No muy lejos de donde yo en tiempos paraba se chinó definitivamente un cátedro entrado en años. Ni una a derechas daba ya, un auténtico cencerro. Pobre, sí, estoy de acuerdo, es una desgracia. Pero lo hicieron emérito para que, ya jubilado, enseñara unos añitos más a sus perplejos alumnos. Pidió la Universidad dictamen a dos de su gremio y el uno le dijo al otro dilo tú que a mí me da la risa. Y el otro respondió no, dilo tú que es un marronazo. En cosa de dos minutos ya se habían puesto de acuerdo ambos para dictaminar positivamente a dúo. Pavarotti y Plácido dando el cante, mismamente. Por el bien de la institución y defendiendo los valores de la santa tradición.
¿Que usted ha preparado diferentes oposiciones serias y no ha pasado de la primera prueba en ninguna? Pobrecito, míralo, treinta años, con novia y sin sueldo ni nada, saquémosle plaza de titular de Escuela Universitaria. Y no crean que la mayoría de estos sujetos responden con agradecimiento a la Cosa (perdón, quise decir Casa) y a los que prevaricaron en su honor. No. Generalmente en cuanto firman la toma de posesión dejan de aparecer por el trabajo, cuando de la Universidad se trata. Y todos, comprensivos, los disculpan con argumentos de este pelaje: es que ha comprado piso en Torrelodones y, claro, le cae lejos, no le vas a pedir que se haga el mogollón de kilómetros cada día. Elemental, magnífico y excelentísimo Watson.
Se me va la ira a lo mío y parece que sólo en la Universidad cuecen habas. Para nada, aunque ahí las haya a calderadas. ¿Que usted ha comprado una casa más cara de lo que puede pagar? Tranquilo, le convocamos una plaza de técnico en concurso restringido, tres mil al mes (va por ti, anónimo) y ya puede ir tirando, pobre chaval. ¿No es Juanín, el del Sindicato, el que lleva tres años liberado? Pues eso, hombre, ya bastante ha hecho para merecer ascenso. En el Ayuntamiento de mi tierra gijonesa saben bastante de eso últimamente, han perdido pleitos pero no han dado brazo a torcer. Puxa el sindicatu, mecagoenlespitesroxes. ¿Que usted le tiene fobia al condón y tampoco es precisamente el rey de la marcha atrás? No se angustie, su amplia prole le hará merecedor de estatuto funcionarial y le votaremos para cubrir la próxima vacante, aunque haya otros muchos con méritos mucho mayores. Mira esas criaturas, por dios, clavaditas a él, qué monos. Qué mala suerte tuvo mi abuela. Con sus catorce hijos se habría ganado algo más que el cielo si llega a ser hoy y se arrima a alguna tómbola autonómica, municipal o universitaria, algo caería, por el bien de su descendencia.
Y no se le ocurra a usted criticar el resultado, pues lo etiquetarán de insensible y descastado, ser sin entrañas, enemigo de la cláusula de Estado social presente en lugar bien visible de nuestra atribulada Constitución. Qué gente tan compasiva, tan caritativa, ésa que dispara así con pólvora ajena, pólvora pública. Dar limosna grande de la cartera de otro y encima presumir, eso sí que tiene gracia. Viven felices enumerando cuántos inútiles le han endilgado al Estado y sus sucursales y se sienten orgullosos de su exigente moral y de su compromiso con la sociedad democrática. Tienen aquello tal cual como se dice del caballo de Espartero.
3 comentarios:
Perdone Vd Ilustrísimo Sr. catedrático, le diré que la mayoría de los funcionarios pertenecen por sí a los partidos políticos y son puestos de trabajo que se dan a dedo como la mayoría de los municipios y en cualquier otra autonomía.
Le puedo demostrar que siempre que paso por algún ministerio o algo similar, que suelo pasar bastantre, hablando de como lo pasaron el fin de semana en corrillos de tres y cuatro, ¿cómo va a haber dinero sr. catedrático para pagar tanta vaguería?
Sr catedrático, le diré que en España sigue existiendo el amiguismo y cualquier persona que sea funcionaria y pertenezca a un partido o a un sindicato no pertenece a la Administración, entonces eso no puede generar buen servicio porque como el que no está reconmedao por Pepe está recomendao por Juan entonces queda sin barrer la Administración.
Habrá que esperar a que se jubilen y meter savia nueva para crear una buena Administración profesional y que no esté corrupta.
El amiguismo no tiene existencia porque viene de tiempos remotos , le diré que aquí todo son buenas intenciones pero no se ve ninguna por ningúin sitio, sin más te diré que esto es una vulgar vida tal como está en estos momentos la Administración.
Habría que definir primero el concepto de administrado y luego administración y no al revés como viene siendo tradicional. Lo cuál es deber de la doctrina científica.
En segundo lugar, optar por un sistema de intervención máxima o mínima o media de la administración en la vida social y no, como en estos momentos, tratar de arreglar desatinos sociales introduciendo funcionarios a cambio de votos o ingresos o pagos en especie o en dineros.
Los funcionarios decentes (que los hay), deben ir poco a poco, en proceso lentísimo (supongo)como cuando cristaliza un mineral, adoptar una posición de intransigencia con respecto a vagos , vividores y torturadores, no pensemos que se agota el tipo de funcionario con el prototipo vago- adedoentraste.
Uno de los ideales de gobierno es la Cosa pública y cuando un funcionario pertenece a la vez a algo privado partitocrático o está sindicado-amarillo, se tiene que producir en su cerebro una confusión entre lo público , lo privado , lo que pretende la administración y sus intereses, que no hay presupuesto que lo aguante; se debería poder expulsar de la administración a los funcionarios como a los currantes de las empresas, a la mínima y con lo mínimo, lo malo es lo que señala garciamado ¿quién deja en la calle a un mengano que no vale para otra cosa que quizá chiflar en una plaza para que circulen o paren los coches y que tiene a su cargo algo de familia? Porque tal vez, el tribunal de tesis doctoral hubiese concedido el cum laude si el doctorando fuese vasco en lugar de hispanoamericano, y tal vez no.
Me gustaría que garciamado, al igual que ha hecho conciencia con respecto al buen y mal profesor (los ya famosos J y H), tuviese a bien relatar como sería la conversación entre el funcionariobringer (político de turno normalmente alcalde o concejal o catedrático o rector o ministro o perrilla en general)y el ciudadano que se pasa la Constitución (mérito y capacidad)por el forro de los cojones.
Lo que de ningún modo comparto es que los caminos del Derecho sean torcidos, con todas sus imperfecciones y dudando de lo que sea en sentido objetivo, lo necesitamos.
Sr Absurdis, tal como dice que primero fue funcionario y después de CCOO, su definición política la tenía Vd muy clara en el pensamiento, lo cuál a continuación de obtener ese puesto se afilia Vd de verdad a CCOO para establecer una base de confianza para estar Vd bien sujeto como funcionario al machito.
Le pido, por favor, que si de todas las maneras es tan malo el trabajo de funcionario pida Vd la prejubilación anticipada y si no pida Vd la excedencia y no quiera Vd engañar a la ignorancia porque la ignorancia es el arma del sistema.
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