(Mi buen amigo Rafael Antuña, gran abogado gijonés, elaboró este trabajo al hilo de una encuesta de la de la CGAE para elegir las veinticinco mejores películas de leyes. Disfrútenlo y tomen nota de las recomendaciones).
Que nadie piense que
voy a contracorriente, sino todo lo contrario, sin duda estoy y estaré conforme
en altísimo porcentaje en las elecciones de los votantes y de los expertos de
esta página.
Solo trato de dar una
visión un poco más amplia, partiendo además de mis gustos y mis fobias
personales, que todo cinéfilo tiene. De hecho, hay tendencia a sectorizar
demasiado este tipo de encuestas, como sucedió en la confección de “Las 25
mejores películas legales” publicada en la
prestigiosa “revista ABA (American Bar Asssociation) journal”,
con las votaciones de doce de los mejores abogados de USA, a la que se ha
achacado con razón estar centrado en el cine anglosajón y en el cine de
abogados o de juicios. La visión debe ser más amplia.
Y esa es la cuestión:
¿Cuáles son las películas jurídicas?
Ahora en España el “Cine
y Derecho” es una asignatura de nuestras facultades, gracias a lo cual hay
por fin numerosos estudios y blogs al respecto, tema en el que nos llevan
ventaja otros muchos países. Y entre esos estudios podemos citar la detallada e
interesante exposición del libro “Derecho y cine en 100 películas”, del
que son autores los profesores de la Universidad de Oviedo, Benjamín Rivaya (hoy Decano de la
Facultad de Derecho) y Pablo de Cima. No es un tema sencillo,
pues las relaciones entre Derecho y Cine incluyen numerosos puntos de vista.
Por cierto, el libro es de la Editorial Tirant Lo Blanch, que tiene una
exitosa colección de estos temas, donde precisamente el último título publicado
por Benjamín Rivaya se titula : “Un vademecum judicial. Cine para jueces”.
Como no es el momento
de explayarse sobre el tema, simplificaría la cuestión (aun a fuerza de
equivocarme) en que película jurídica será aquella de ficción (excluyo solo los documentales por
limitar los campos) en que la trama
principal del film es jurídica, sin excluir campo alguno del derecho (derecho
penitenciario, orden público, derecho internacional, derecho laboral, derecho
de extranjería, derechos fundamentales, derecho político, etc).
Por ello, ateniéndome
a esto, sería muy difícil clasificar de película jurídica a la divertida “Cita a ciegas” (1987) de Blake
Edwards, pues aunque tiene un acosador
de su ex-novia que es abogado, una ex-novia con problemas de incapacidad legal
cuando prueba el alcohol, un juez padre del abogado acosador, sesión y pacto
judicial, un matrimonio forzado… y el desternillante asesoramiento sobre
derecho matrimonial de la ex-novia a la mujer de un rico hombre de negocios
japonés, con la consiguiente escena en el restaurante de lujo cuando se
levantan de sus mesas varios abogados al oír la petición de un letrado para
llevar el divorcio de la oprimida mujer nipona. Por otro lado, sería discutible
incluir en esta categoría “La Lista
de Schindler” (1993) de Steven
Spielberg (para muchos, como yo, su mejor film), pese a tratar de los campos
de concentración nazi, crímenes contra la humanidad y las triquiñuelas legales
del protagonista para salvar a los judíos de su lista.
Ahora bien, la
enjundia jurídica y de todo lo que rodea al film (una historia real) ha dado
lugar a un meritorio libro sobre la misma, del Catedrático de Filosofía del
Derecho de León, Juan Antonio García
Amado, en la mencionada colección de la editorial Editorial Tirant Lo
Blanch. Igualmente sería difícil calificar de jurídica una de las grandes
obras del genio del clarinete, Woody
Allen, “Match Point”
(2005), pese a que trata el tema del culpable que se libra de la quema por un
golpe de fortuna que condena a un inocente. Igualmente, entendería que la
mítica “Fahrenheit 451” (1966)
de cinéfilo Francois Truffaut, es
una película de ciencia ficción, como no podía ser de otra forma al basarse en
una novela de recientemente fallecido Ray
Bradbury.
En fin, volviendo al principio,
sin desdeñar ninguna de las ya votadas, de las ya recomendadas y de las
finalmente ganadoras, trataré de hacer simplemente mi particular “Lista de
Schindler”, citando diez películas para mi destacables y algunas referencias
colaterales.
1.- CINE MUSICAL: “CHICAGO”
(2002).
Dirigida por Rob Marshall, protagonizada por las
estrellas Ricard Gere, Renée Zellweger y Catherine Zeta-Jones, acompañados de secundarios de relieve como Queen
Latifah, John
C. Reilly, Christine Baranski o Lucy
Liu.
Un rotundo homenaje a los musicales de Bob
Fosse (creador del musical de Broadway que ha triunfado en todos los
escenarios del mundo, en el que la película se inspira evidentemente), que ganó
seis Oscar y tres Globos de oro.
Mi debilidad por muchos
musicales hace que sea una de mis películas preferidas, pero no hay duda que la
trama jurídica está presente desde el primer al último plano, juicio
espectáculo incluido con los pasos de claqué de Ricard Gere.
Y si hablamos de
musicales “jurídicos”, entonces debo mencionar
“Jesucristo superstar”
(1973), dirigida por Norman Jewison,
original versión de la ópera rock de Andrew Lloyd Webber y Tim
Rice.
Y con esto dejamos abierta la puerta del cine jurídico a todas las películas
sobre la pasión de Jesucristo, pues su argumento no es otro sino el de su proceso
y ejecución.
2.- CINE ROMÁNTICO: “MATRIMONIO DE CONVENIENCIA”(1990).
Dirigida por el
australiano Peter Weir (autor en su
país de películas tan notorias como “Gallipolli”
o “El año que vivimos peligrosamente”,
afincado luego en USA para gestar otros films notables como “Unico testigo” o “El club de los poetas muertos”),
protagonizada por un inmenso (aun no tanto físicamente) Gérard
Depardieu y una estilosa Andie
MacDowell.
La trama jurídica central se denota ya desde el título (“Green card” en inglés, o sea, la tarjeta de residencia en USA),
con un inmigrante ilegal que busca en un matrimonio fingido la solución a su
situación, pero el aparato estatal les acaba descubriendo, justo cuando el amor
había prendado de veras en la falsaria pareja.
Me resulta difícil
encontrar otros ejemplos de cine jurídico romántico, pero sin ser tan evidentes
como la citada, quizá puedan citarse dos películas argentinas de Juan José Campanella: “El hijo de la
novia” (2001) y “El Secreto de sus ojos” (2009). Posiblemente
también la exitosa “El lector”
(2008) de Stephen Daldry, igualmente clasificable dentro de las películas
sobre crímenes contra la humanidad o nazismo.
3. CINE ESPAÑOL: “EL VERDUGO” (1963).
No incluir al genio valenciano Luis García Berlanga sería de verdad un crimen en el más puro
sentido de la palabra, pero es que además esta película es un insuperable
ejemplo, aparte de clásico indiscutible, de la película española tragicómica y
de comedia negra, siendo realmente increíble que en su época superarse como lo
hizo la censura. El irrepetible José
Isbert da lo mejor de sí mismo y le secundan con esmero Emma Penella y Nino Manfredi, pero como todas las películas de Berlanga es
realmente coral y los secundarios lo bordan.
En la filmografía del
valenciano hay otras películas de corte jurídico, como la fallida “Todos a la cárcel” (1993) o la
mítica “¡Bienvenido Mister Marshall!”
(1953); pero si uno quiere aprender algo de derecho mercantil y de la vida
cotidiana española de entonces (aun alejada de los productos y servicios
financieros que hoy día nos llevan de cabeza) puede morirse de risa con “Plácido” (1961) y las
desventuras de su protagonista (interpretado por el singular cómico Cassen) para poder pagar la primera letra
de cambio de su motocarro en día de Nochebuena, justo cuando las burguesas
ociosas de la ciudad de provincias organizan la campaña de “Siente un pobre a
su mesa”.
Y si de verdad
queremos profundizar en derecho mercantil histórico, entonces habrá que ir a la
más reciente versión del clásico de Shakespeare,
“El mercader de Venecia”,
dirigida en 2004 por Michael Radford
y protagonizada por Al
Pacino, Jeremy
Irons
y Joseph
Fiennes,
donde el eficaz abogado logra evitar que a su cliente le arrebaten la libra de
carne del cuerpo a su cliente, pago que exigía el malvado judío Shylock.
Por otro lado, ya que
hablo de cine español, una breve mención para la impactante “El crimen de cuenca” (1979) de Pilar
Miró, basada en hechos reales.
4. DERECHO LABORAL: “NOVECENTO” (1976).
Ha sido calificada
como ejemplo de película sobre el Movimiento Obrero y el propio director Bernardo Bertolucci quiso hacer un gran
homenaje al comunismo italiano en el que entonces militaba. El fresco histórico
es en todo caso más amplio: explotación de los campesinos, el surgimiento del
comunismo en las clases proletarias, el final de la Primera Guerra Mundial, el
nacimientos del Fascismo apoyado por los grandes capitales y terratenientes,
así como su caída, con la reflexión utópica del final de la cinta.
Esta epopeya (estrenada
en los cines en dos partes) significó para mí un antes y un después en mi
cinemanía, quedé realmente fascinado y conmovido, aparte de servirme para “enamorarme
cinematográficamente” de dos jóvenes mitos del cine: Robert de Niro y Gérard
Depardieu. Además contaba con un
elenco de actores sensacional, incluyendo a dos veteranos ilustres como Sterling
Hayden
y Burt Lancaster.
Sobre derecho laboral
hay ejemplos destacables incluso en el cine USA, como “Norma Rae” (1979) dirigida por Martin Ritt (en su día víctima de la “caza de brujas” de Hollywood)
y con Oscar a la mejor actriz para Sally Field. Así como la menos conocida
“F.I.S.T. Símbolo de Fuerza”
(1978), sobre el sindicalismo USA, dirigida por Norman Jewison y protagonizada por el ya triunfador Silvester Stallone (justo tras el
primer “Rocky”).
Si nos ponemos aun
más nostálgicos (los viejos tiempos de los cines de arte y ensayo), podemos
volver a los ojos a la casi olvidada “La
Sal de la Tierra” (1954), dirigida por Herbert J. Biberman, sobre la discriminación salarial de los
obreros mexicanos en las minas de zinc de Nuevo México y la emancipación de sus
mujeres, como impulsoras de la huelga, pese a la oposición de sus esposos. En
1999 la película fue incluida entre los filmes que preserva el National Film
Registry de
la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos por ser
considerada «cultural, histórica, o estéticamente significativa».
Y esto sin dejar de
lado la italiana “Ladrón de
bicicletas” (1948), de Vittorio
de Sica.
5. DE DICTADURAS Y
OTRAS LACRAS: “Z” (1976).
Basada en hechos
reales (asesinato del líder pacifista griego Grigoris Lambrakis) la película
(con guión en el que participó quien fuera nuestro Ministro de Cultura Jorge Semprún) parte de la investigación del crimen del político (Ives Montad) por un juez de
instrucción (Jean-Louis Trintignant),
donde queda patente su inutilidad antes los mecanismos de la dictadura y el
terrorismo de estado. La tercera estrella del reparto es la esposa del
político, la actriz griega Irene Papas.
Obtuvo el Oscar a la mejor película extanjera.
Su director Konstantinos Gavras, también llamado Costa-Gavras, griego-francés, hizo
siempre patente su compromiso político, pero evolucionó sin negar los hechos
que parte de la izquierda europea no quería ver, siendo buen reflejo otra
película aquí clasificable, “La
Confesión” (1970), protagonizada por Ives Montad y su esposa
Simone Signoret, denunciando el estalinismo, lo cual levantó ampollas e hizo que fuese considerado un
apestado en muchos círculos progresistas. La película tuvo un gran éxito y se
convirtió en auténtico fenómeno político y cultural.
Más tarde, Costa–Gavras, nos dejó a todos
verdaderamente conmocionados (yo pude verla precisamente el mismo día que
Felipe González gano sus primeras elecciones) con “Missing (desaparecido)” (1982) protagonizada por Jack
Lemmon y Sissy
Spacek,
sobre las atrocidades de la dictadura chilena de Pinochet (obtuvo el Oscar al
mejor guión adaptado, co-escrito por el director).
Más tarde nos brindó
una excelente película judicial, que muchos votan por su excelencia, donde
también denuncia el nazismo y la ocultación de sus criminales en los países
occidentales, “La Caja de Música”
(1989), posiblemente el mejor trabajo de su protagonista Jessica Lange y con un excelente Armin Mueller-Stahl.
6. APARTHEID: “UNA ARIDA ESTACION BLANCA” (1989).
Su directora, la
francesa nacida en Martinica, Euzhan
Palcy
no es precisamente una figura destacable y prolífica, pero consiguió dirigir la adaptación de una exitosa novela
(las denuncias del régimen sudafricano estaban
en auge), cuyo guión coescribió, logrando una obra certera y contando
con un elenco de actores principales de lujo: Susan Sarandon, Donald
Sutherland y Marlon Brando. La
sinopsis, según (FILMAFFINITY)
es la que sigue: Sudáfrica, años setenta.
El prestigioso profesor blanco Ben du Toit ha vivido toda su vida al margen de
los horrores e injusticias del apartheid sudafricano. Nunca quiso tomar
partido. Cuando el hijo de su jardinero negro es arrestado en Soweto durante una manifestación de protesta, Ben piensa que la
policía tiene sus razones. Pero, cuando el chico es detenido otra vez por la
policía y no regresa a casa. Ben le promete a su jardinero investigar el
incidente.
Lógicamente, todo acaba
en un juicio inútil pues la dictadura no admite fisuras, que es donde
interviene Marlon Brando como
abogado; papel corto, pero en el que muestra, a veces con la indolencia de sus
últimos años, su enorme personalidad, de modo que podemos incluirle en el cajón
de los “grandes abogados”. Incluso le nominaron al Oscar al mejor actor
secundario. Curiosamente, el actor en su discutible (por lo sesgada) y
entretenida autobiografía “Canciones que
mi madre me enseñó”, afirma que ¡todo lo bueno que tiene el film es gracias
a sus aportaciones, y todo lo malo es aquello que guionista y directores
cambiaron o ignoraron de sus consejos! En fin, todo modestia… Pero el film está
bien y el paso del tiempo no le afecta mucho pese a que ya hemos superado el
Apartheid y ahora son posibles otro tipo de películas en Sudáfrica (“Invictus” de Clint Eastwood del 2009) y hasta la
celebración de un Mundial de Fútbol.
Por otro lado, la película comentada seguía la estela de una
gran superproducción dirigida por Richard
Attenborough, “Grita Libertad”
(1987), narrando la detención y muerte del líder negro Steve Biko (Denzel Washington) y los problemas del
periodista Donald Woods que se hace su amigo (Kevin Kline) que la final tiene que abandonar el país
clandestinamente.
7. DE
GRANDES ABOGADOS: “Impulso Criminal” (1959).
Esta cinta, dirigida
por Richard
Fleischer, se suma a larga lista de películas contra la Pena de Muerte,
pero con un caso paradigmático, pues no hay ni error judicial ni víctimas de
las injusticias sociales, sino que los asesinos son dos niños ricos,
superdotados intelectualmente y estudiantes de derecho, de modo que cometieron
su crimen por el mero placer de hacerlo. Y sin que se ponga en duda su
culpabilidad, en el juicio surge la figura de un gran y prestigioso abogado,
protagonizado por una de las leyendas del cine, Orson Welles, que lucha denodadamente por convencer de la maldad de
la pena capital. En sus alegatos encontramos frases que ponen sin duda los
pelos de punta, como: “Se nos dice que los tratemos iguala ellos que a su
víctima. Señoría, si no somos más bondadosos, más humanos, mas considerados y
más inteligentes que estos dos chicos enfermos, sentiré haber vivido tanto
tiempo”.
La verdad es casi
todas las grandes estrellas del cine han tenido su papel de gran abogado (ya citamos
antes a Marlon Brando y a Richard Gere,
luego citaré a Henry Fonda), por
ejemplo:
Humprey Bogart. “Llamad a cualquier puerta” (1949).
Charles Laughton. “Testigo de cargo” (1957).
James Stewart. “Anatomía de un asesinato” (1959).
Spencer Tracy. “La herencia del viento” (1960).
Gregory Peck. “Matar a un risueñor” (1962).
Paul Newman y James Mason. “Veredicto Final” (1982).
Robert Redford. “Peligrosamente juntos” (1986).
Harrison Ford. “Presunto inocente” (1990).
Kevin Kostner. “J.F.K. Caso abierto” (1991).
Denzel Washington. “Philadelphia” (1993).
Dustin Hoffman. “Sleepers” (1996).
8. DEL
MAESTRO DEL WESTERN: “El sargento negro” (1960).
Del maestro
indiscutible John Ford, tenemos
autores mucho más preparados para valorar sus logros (como nuestro Fiscal
General, Torres Dulce) por lo que modestamente
me gustaría destacar que pese a ser tildado de hombre conservador y de
derechas, aparte de ser un gran estudioso de la vida e historia norteamericana,
nos demostró su carácter verdaderamente liberal al tratar sin reparo alguno
temas espinosos para la sociedad norteamericana, como la destrucción de las
sociedades indias y, como en esta película, los prejuicios raciales y la
discriminación de los negros. La cinta trata de un consejo de guerra (un
proceso que se puede tildar de primitivo, con sus enfrentamientos de letrados y
un tribunal no profesional pero en busca de la justicia) contra un sargento
negro de destacado valor como soldado, que pese a ser inocente, huyó al saberse
acusado por un motivo tan evidente como ser negro. El discurso del film contra
el racismo da para frases del sargento acusado tan sabrosas como estas: “Muy
bonito lo que dijo el Sr. Lincoln de que éramos libres, pero no es cierto, aún
no; posiblemente lo seremos, pero aún no”. “No luchamos por los blancos,
luchamos por nuestro porvenir”.
El maestro de
maestros dio fruto a otra película claramente jurídica en el mundo del western,
tocando el tema del paso de la típica “ciudad sin ley” a otra gobernada por las
normas legales, “El hombre que mató a
Liberty Valance” (1962).
Asimismo es considera
una de las mejores cintas de abogados “El
joven Lincoln” (1939) protagonizada por un magistral Henry Fonda, que da cuenta de la
formación autodidacta del que fuera futuro presidente de USA y con un juicio donde al final se acaba
descubriendo al culpable que no estaba acusado (esto les encanta a los
norteamericanos), que contiene diálogos donde prima el sentido de la justicia material,
pues cuando el joven letrado protesta ante el salvaje interrogatorio del
fiscal, que pretende que la madre de los acusados diga cuál de los dos es el
culpable (un verdadero “juicio de Salomón” pues significará que a quien designe
será ahorcado) y el fiscal le reprocha su falta de tecnicismo legal, el
protagonista responde: “Quizá no se tanto de leyes pero sé que está bien y qué
está mal, y lo que Ud. pregunta está mal”.
Hay igualmente un
sencillo y certero alegato contra el linchamiento que el pueblo intenta hacer
contra los acusados: “Si nos tomamos la ley por nuestra cuenta nos arriesgamos
a que entre la confusión y la diversión colguemos a un inocente como culpable.
O nos colguemos unos a otros para divertirnos”.
Y no debemos dejar de
citar la magnífica “El delator” (1935), con el juicio del I.R.A. irlandés (un tribunal no estatal o
anti-estatal, como ha sido certeramente definido) contra uno de sus miembros
que es acusado de traición.
9. EL
COLOSO JAPONÉS: “Rashomon.” (1950).
Desde una perspectiva
totalmente original (un crimen narrado desde los puntos de vista de los
protagonistas, incluida la víctima a través de una médium, con versiones contradictorias que finalmente se aclaran) y
con reflexiones filosóficas por medio, podría entenderse que esta obra maestra
sería más cine policíaco o negro que jurídico, pero los testimonios se dan
frente a la cámara, como si el espectador fuese el instructor de la
investigación judicial. Kurosawa se
sirvió de dos relatos de un gran escritor japonés, de vida corta y atribulada, Ryūnosuke Akutagawa; el primero, “Rashomon” (la vieja y señera puerta del
pueblo), tiene carácter reflexivo y el segundo, “En el bosque”, es el que contiene la trama criminal narrada desde
varios puntos de vista (esté último está incluido en la estupenda y
popularísima selección de los mejores cuentos policíacos de Borges y Bioy Casares). El film obtuvo el Oscar a la mejor película
extranjera.
Pero el genio nipón,
que expresaba con frecuencia su deseo de hacer obras de corte más moderno,
alejadas de la épica histórica, elaboró en 1963, “El infierno del odio” (el título literal del japonés “Cielo e Infierno” hubiera sido más
adecuado al trasfondo moral que se plantea) una cinta urbana con gran trasfondo
jurídico, alrededor de un secuestro donde se confunde al hijo de un empresario
con el hijo de su chófer, con todas las implicaciones que de ello se derivan, sociales,
de conciencia, etc).
Pero si hablamos de
extremo oriente, entonces no podemos dejar de citar una película que trata el
llamado primitivismo social (la historia de una aldea campesina y rudimentaria
del Japón de hace dos siglos, una verdadera sociedad de subsistencia, sistema
patriarcal con matrimonios designados, primogenitura hereditaria, trueque,
infanticidio económico y la eutanasia apoyada en normas religiosas, aunque
realmente basada en motivos económicos), “La
balada del Narayama” (1983) dirigida por Shohei Imamura, que ganó la Palma
de Oro en Cannes.
Y con cierto
paralelismo con este film, recalamos en el cine chino, con la cinta “Qiu Ju, una mujer china”, León
de Oro en Venecia (1992), que trata asimismo de un remoto pueblo agrícola con
los problemas legales de la protagonista, embarazada, al enfrentarse con el
jefe de la comunidad. Fue dirigida por del aclamado director Zhang Yimou (conocido en occidente
gracias a “Sorgo Rojo” de 1987,
donde asimismo vemos reflejado el primitivismo social de una comunidad pequeña
y cerrada, que adapta la primera parte de la monumental novela del mismo nombre
de Mo Yan, de quien se dice
revolucionó la literatura china moderna y ha sufrido grandes problemas de
censura, con un gran éxito en la difusión clandestina de su obra, sin perjuicio
de sufrir pirateo en internet que a niveles chinos ya podemos imaginarnos su
magnitud).
10.
ESTUDIANTES DE LEYES: “Vida
de un estudiante” (1973).
Dirigida por James Bridges, nos cuenta el paso de un estudiante
(interpretado por Timothy Bottoms)
por la prestigiosa Universidad de Harvard, siendo la parte principal de la
cinta su relación con el profesor de contratos, una leyenda vida de la facultad
de leyes, interpretado por un hombre que contaba con una prestigiosísima
carrera en el teatro, John Houseman (tuvo
incluso importante colaboración con Orson
Welles en la época en que éste se dedicó a mundo teatral) que fue
curiosamente, con 71 años, su primer papel en el cine y por el que obtuvo
además el Oscar al mejor actor secundario. No es muy habitual encontrarse
películas sobre estudiantes de leyes y esta resulta muy enjundiosa, con frases
como estas: “Derecho es algo nuevo y desconocido (…), a
diferencia de sus métodos de enseñanza en el pasado aquí usamos el método
socrático. Yo les llamo, les hago una pregunta y ustedes contestan. A partir de
mis preguntas aprenderán a enseñarse a sí mismos. (…) A veces creerán que
encontraron la respuesta correcta, les aseguro que es una idea delirante de su
parte, jamás encontrarán la respuesta correcta absoluta y final. El
objetivo declarado es entrenar las mentes pues llegan con un cráneo lleno de papilla y se marchan pensando como
abogados.”
Por otro lado,
siempre me ha fascinado la muy votada “El
misterio Von Bülow” (1990) dirigida por Barbet Schroeder, que cuentas con las interpretaciones estelares de
Jeremy Irons y Glenn Close, pero donde sin duda lo más interesante es el reflejo
del trabajo del profesor Alan Dershowitch, interpretado por Ron Silver, (personaje y caso real, profesor universitario y abogado
dedicado especialmente a recursos), cuando busca afanosamente una vía para
recurrir la sentencia desfavorable al
presunto asesino de su riquísima esposa, haciéndolo en su casa rodeado de una cohorte
de sus mejores estudiantes universitarios, método que sorprendería en un mundo
universitario como el de nuestro país.
Suele tener también
mucho éxito en el mundo USA las historias de personas que, a trancas y
barrancas, hacen la carrera de derecho
para ayudar a una persona conocida que saben es inocente, pero ha sido
condenada, como la reciente ”Betty
Anne Waters” (2009), dirigida por Tony
Goldwin (hizo de malo en la exitosa “Ghost”,
actor con dilatada carrera que también prueba suerte en la dirección,
especialmente en TV) e interpretada por Hilary
Swank y Sam Rockwell; el éxito
final y la salvación del falso culpable son obligados en este tipo de
películas.
Finalmente, tenemos
el caso curioso de “Legítima defensa”
(1997), también muy popular al estar dirigida por Francis Ford Coppola y basarse en un best-seller del otrora abogado John
Grisham, donde no solo tenemos el rol de un abogado novato que gana un
importante caso (Matt Damon), sino
del inquieto y simpático Danny de Vito, que es un conseguidor de clientes (acude a los
hospitales con sus tarjetas a la cara de accidentados, sin recato alguno) y que
no es capaz de aprobar, sin embargo, el examen para obtener el título de
abogado. A la postre, el importante y emotivo caso se acaba ganando gracias al
consejo de un experto en triquiñuelas, un abogado delincuente de nombre “Púgil”
e interpretado por el inclasificable Mickey
Rourke.
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