21 marzo, 2006

(Din)Don de lenguas.

Se me pega un rato un italiano en la sala de espera del vuelo San José-Madrid. Chapurrea medianamente bien castellano. Me dice que cuánto nos envidia a los españoles, pues qué maravilla cruzar en Atlántico y poder entenderse perfectísimamente y sin esfuerzo en la misma lengua con tantos millones. Y que ya se sabe, el que mamó y se crió en una sola lengua luego ya nunca tiene la misma fluidez en otra, por mucho que estudie y salvo que viva un montón de años donde se hable. Que su empresa multinacional con sede central en Italia anda buscando hispanoparlantes nativos para cubrir el mercado latinoamericano.
Yo por dentro me troncho de risa. No sé por qué andamos en la Cosa de España discutiendo sobre naciones y lenguas. Que cada uno haga de su capa un sayo, qué diantre. Y que cada perro se lama su culo. Y que el que venga detrás que arree. Y que menos competencia por ahí el día de mañana para mis (hipotéticos) nietos.
Y, a propósito, me viene a la cabeza en el acto lo que me contó mi hijo en cuanto llegó a la Universidad danesa en la que se encuentra: que es regla de la misma que las clases deben ser en inglés cuando está matriculado de la asignatura algún alumno extranjero, aunque sea sólo uno. Esos daneses deben de ser unos apátridas, ¿no?
Aquí dentro de nada nos incentivarán a los profesores por impartir nuestras excelsas enseñanzas en lliunés o blable. Y todos a hacer cursillos para aprender a hablar nuestra lengua nativa (¡?). Por la cosa universal de la Universidad, ¿sabe usté? Ah, y para ser progres de veras.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Situación absolutamente envidiable la de Dinamarca... Pero yo veo dos puntos clave. El primero, el obvio: ¿están (estamos) los docentes universitarios españoles preparados para dar clase en otro idioma? Y el segundo: ¿están los estudiantes universitarios españoles preparados para recibir clases en otro idioma?

La realidad arroja un triste balance, y no estoy yo seguro de qué lado sale peor parado

Juan Antonio García Amado dijo...

Pues a eso voy, estimado UnoQuePasa, a que no sólo no estamos los unos y los otros preparados, sino que tampoco nos van/vamos a preparar. No sea que perdamos esas señas de identidad que hacen que a primera vista un leonés sea claramente diferenciable de un pucelano en mil cosas, o un asturiano de un cántabro. Porque con la lengua de la tribu y las leyendas de aqeuellos supuestos tatarabuelos que sembraron derechos históricos nos sobra, qué inglés ni qué nada, hombre.

IuRiSPRuDeNT dijo...

asi se habla, nos sobra con ser region autonoma, homogenea y no una autonomía chapucera heterogenea para que seguir en una centralizacion de segundo grado, casi prefiero las leyes sectoriales franquistas, al estado de autonomias orteguiano que se quedo en nada desde mi castellano y leones punto de vista; lo de los tatarabuelos, el bable, la banderita y todo eso casi lo dejo mejor para mis reuniones tribales, y los chistecitos de navidad. Que cada vez son menos corrientes. Pero a quien le guste retozar en ellos lo respeto y lo admiro; por mi podian imponer el ingles como lengua oficial leonesa

IuRiSPRuDeNT dijo...

Ahí vosgo¡¡¡ se puede riduculizar las señas de identidad, cuando estas se colocan en primer plano para reivindicar no se que cosas como paradigma de lo sacrosanto, pero tambien se puede ridiculizar lo universal con todo el cariño del mundo a pesar de lo soez de las palabras "diendo que podría fumarme un porro y desde ese punto de vista universal cualquier problema quedaría diluido en el magnífico escelso humanitario mar de la nada". A fin de cuentas todos deseamos lo mejor. Si ya dijo san pablo que dios es amor. La cosa ya es muy antigua.

PD:vosgo yo tambien repito e insisto y no puedo resistirme. Si por ridiculizar que no quede, cuando se utiliza la pespectiva universal para dar caña. aunque me parece correcto que se utilice cuando alguien te pone delante de las narices ideas pegajosas que no dejan un ápice al dialogo.

Anónimo dijo...

Estimado Vosgo,
disiento: yo no tengo ningún interés en saber bable, ni catalán, ni euskera. Porque aprender una lengua requiere un esfuerzo (cuando inventen la píldora que nos haga políglotas, estaré de acuerdo) que prefiero invertir en aprender otras lenguas con las que me pueda comunicar con más personas. Un razonamiento básico, visceral, simple y seguramente demagogo. Y las lenguas en peligro de extinción, que se extingan. Yo no lo veo como un drama, lo siento (también me da igual que se pierda el rito vaqueiro, la tomatada, las corridas de toros y el folklore en general). Una lengua viva no se extingue, porque se habla y vive (llámese lengua, dialecto o jerga). Una lengua que ya no se habla, ya está muerta. Los experimentos de respiración asistida a los que asistimos, pasarán factura a las generaciones venideras. Ya le digo que sólo es una opinión, desde las vísceras.
Si en Dinamarca no diesen clases en inglés, tendrían muy pocos erasmus. Con el tiempo, lo mismo pasará en Cataluña. Y conste que lo de no tener erasmus tampoco me parece un drama.
Buen día

Anónimo dijo...

No se preocupen que en breve plazo, espero, estarán de moda los traductores simultáneos de idiomas en el teléfono móvil o en algún aparato electrónico inventado que en lugar de almacenar doscientos trillones de canciones almacenarán todas las lenguas vivas y muertas de la historia de la humanidad.

IuRiSPRuDeNT dijo...

anonimo ese seria un buen invento, para empreder el ritual del apareamiento sin ningun impedimento babilónico.

PD:Disculpas. No me resistía

Juan Antonio García Amado dijo...

Hola Vosgo (&Cia). Quería yo decirle a usted antes que nada que ya tengo en mi poder el libro que hace tiempo me recomendó, "Manifiesto contra el progreso" y que lo leeré este mismo fin de semana, mientras vuelvo a cruzar el charco. Ya hablaremos del tema, si algo se me ocurre.
Sobre esto de las lenguas.
1. Yo tampoco podría dar ni una dichosa clase en inglés, eso que conste. Pero me da mucha pena y me gustaría haber tenido (y que me hubieran dado, desde pequeño) más oportunidades para dominar bien esa lengua, y otras.
2. Si lo de los idiomas fuera cuestión de implante indoloro, con cirugía y anestesia, yo me los pedía todos. Pero como el tiempo y la capacidad de esfuerzo son limitados, hay que seleccionar cuáles aprende uno o cuáles pide que les enseñen a sus hijos.
3. Si hay que elegir, para mis hijos y público en general, pido los que permitan comunicarse con más gente y tener más y mejores oportunidades vitales.
4. Soy bableparlante. Lo primero que aprendí a hablar fue bable. En mi pueblo no se hablaba otra cosa. Con mis padres y la gente de mi pueblo sigo hablando así, y me gusta mucho. Por tanto, no desprecio de ningún modo al que tiene una lengua materna, la que sea, con la que se identifica en lo más íntimo. Pero tiene que ser lengua mamada, no aprendida en cursillito subvencionado. Eso es lengua impuesta, en el doble sentido: o forzada o con impostura.
5. El lliunés tiene todo mi respeto, y quien lo hable de esa forma que he dicho en el punto anterior, también, cómo no. Lo que ocurre es que en mis doce años en esta querida ciudad todavía no me he topado ni uno de ésos. Pero haberlos, habralos, no digo que no. Desde luego, no son los políticos leonesistas que yo he conocido hasta hoy, eso seguro.
6. El día que subvencionen por aquí cosas en lliunés yo me forro, pues creo que estoy en buena situación para explayarme en tal idioma sin mucho esfuerzo.
7. Ahora más en serio. Yo también estoy, como usted, contra la homogeneización de la humanidad: todos hablando inglés, todos pensando igual, todos comprando lo mismo, todos viviendo en casas iguales, etc., etc. Lo que pasa que mi individualismo -ya me zurran aquí bastante por eso, lo habrá visto- me lleva a querer un mundo donde cada persona tenga la oportunidad de ser distinta y donde todos tengan los medios para elegir su modo de vida, su prefesión, su residencia, su fe y el idioma en que quieren expresarse. Y no me gustan los nacionalismos y localismos porque, so pretexto de defender la diferencia, unifican, homogeinizan, fuerzan a ser idénticos a todos los que están en su territorio. Para que no todo el mundo hable inglés (o español), todos los de aquí a hablar "x". Y el que no esté conforme que arree. Curiosa manera de evitar la dictadura de lo colectivo y lo global.
Saludos muy cordiales, gracias por ayudarnos a pensar y debatir y no se mortifique, hombre, por andar por estos andurriales cibernéticos, que más tiempo pierde un servidor y ya me ve, tan contento.

Anónimo dijo...

Hola vosgo,
creo que de lo que yo he escrito no se desprende nada de lo que me atribuyes (creo): ni yo formo parte de la intelectualidad -sea eso lo que sea-, ni estoy a favor de la lengua única, ni tampoco de que todos hablemos inglés (idioma que yo solo chapurreo, muy malamente, y que no me gustaría nada tener que aprender). Entre el bable (vasco, lliunés, y catalán) y el inglés, hay muchísimas lenguas más, muchísimas. Así que no tener ningún interés por las primeras no implica caer en las garras de la segunda. Ni del pensamiento único.
Buen resto de día, y salud.

Anónimo dijo...

Bien, para mí lo del conocimiento de varios idiomas se reduce a dos preguntas: ¿Cúantos conoce? y. ¿tiene algo interesante que decir en cualquiera de ellos, sena cuantos sean?.

IuRiSPRuDeNT dijo...

Vosgo. Jo. Venga va, quedate; no te lo tomes tan a pecho,En lo que a mi respecta no estaba pensando en ti cuando contesté; pretendía que alguien docto en estos menesteres organizativos territoriales se diera por aludido y rebajara su dosis universal y se arrancara por soleares mostrando lo que lleva dentro. Por aquello de utilizar el criterio universal para ridiculizar lo que es pegajoso. En lo que respecta al bable estoy contigo en que el franquismo reprimío bastante eso de las palabra leonesas paletas. Y tambien es cierto que eminencias hubo que introdujeron la palabra leonesismo en los diccionarios, termino que ha desaparecico.

Anónimo dijo...

¿Quién ha dicho que saber inglés sea síntoma de "pensamiento único"? Si precisamente sus enemigos lo utilizan como lengua vehicular.

Desde mi punto de vista, aprender inglés no está reñido con conocer y apreciar otras lenguas. ¿Cuáles? Las que cada uno elija, es una elección en términos de coste de oportunidad: si dedico 4 horas de la semana a aprender "pongalalenguadesuelección", no podré dedicarlas a otro. ¿Quiero aprender danés para leer a Kierkegard o prefiero el gallego para Rosalía?

A las preguntas de Babel, yo añadiría una tercera: ¿qué cosas que me interesen voy a hallar en ese idioma?

Anónimo dijo...

Las cosas que interesan no están en el idiomo, o no fundamentalmente.
Lo que es posible que "me interese" está dentro de uno mismo.
El lenguaje en general, la lengua o el idioma en particular, lo expresa y exterrioriza. Al propio tiempo, desde luego, como decía Borges, las palabras son "pedazos de un memoria compartida". Lo que así evidencia que cabe interesarse o "compartir" la memoria que esas palabras contienen, y prolongarla en su uso.