13 octubre, 2010

El golpe de Estado educado. Por Francisco Sosa Wagner

He conocido a personas educadas. También a mal educadas. Pero me quedo con las primeras porque son las que ofrecen el aspecto más amable de la sociedad. Ahora bien, nunca había tenido noticia de un rasgo de cortesía tan fino, tan de buena crianza como el que ha protagonizado el jefe de policía de Ecuador.

Este hombre, alto cargo de la seguridad del Estado en aquél país, ha tenido una gallardía encomiable. Todos sabemos que ha organizado hace unas semanas un golpe de Estado que obligó al presidente de la República a huir y esconderse por miedo a que acabaran con su vida. Paralelamente se sucedieron los altercados aquí y allá, se redactaron y difundieron algunas proclamas de los amotinados en las que se presentaban ante la población como las personas llamadas a corregir el rumbo errático de la política llevada a cabo por quienes ostentaban el poder legítimo etc.

Hasta aquí, lo clásico de todos los golpes de Estado: unos energúmenos que se autoconceden el título de héroes de la patria y que están dispuestos a hacerse cargo de prebendas y sinecuras con la vista puesta en la salvación del pueblo que sufre. Lo nuevo del jefe de policía aludido es que, cuando todo ha pasado, ha pedido perdón al jefe del Estado por haber organizado un golpe de Estado.

¿Alguien puede poner en duda que este funcionario de policía es la suma, el compendio de las buenas maneras, la elegancia y la delicadeza? Pide perdón porque esa galantería le sale desde dentro. Si hubiera pisado un pie a una señora en el autobús, le hubiera pedido de igual manera todo tipo de excusas, y con idéntica fineza hubiera procedido si le hubiera vertido en el pantalón al vecino de barra el café con leche. Si esto es así ¿cómo no va a comportarse con corrección si organiza un golpe de Estado fallido?

En la bibliografía ecuatoriana sobre buenas maneras estoy seguro de que este poli dado a la insurrección es el autor de las obras más destacadas y las que mejor se venden. Libros como “saber estar”, “cómo vestir”, “cómo poner la mesa”, “cómo entablar una conversación”, “cómo saludar” saldrán de su pluma con facilidad y extremada galanura. Me consta que ahora lleva muy avanzado uno que ha titulado “El golpe de Estado educado”.

Sabemos que, en estos tiempos, no es el único que se dedica a la petición de perdón con efectos retroactivos. La Iglesia católica practica mucho últimamente tal costumbre y un insensato ministro francés pidió perdón en Viena hace un par de años a los austriacos por haber organizado sus antepasados la Revolución francesa y haber enviado a la guillotina, con malos modales, a una señora reina que era austriaca y se llamaba María Antonieta.

Ahora bien, lo del golpe de Estado y el “usted perdone” posterior es verdaderamente nuevo y entra en el capítulo de lo mucho que se han refinado las costumbres a pesar de los agoreros que predican lo contrario al asegurar que somos todos unos mal educados y unos cochinos. Los hay que no y véase el ejemplo que estamos analizando.
Cuando Curzio Malaparte escribió su “Técnica del golpe de Estado” dijo muchas cosas pero se le olvidó este detalle protocolario y de tanta solemnidad. Y en “El golpe de Estado de Guadalupe Limón”, la entretenida novela de Gonzalo Torrente Ballester, salen situaciones bien chuscas, pero no un poli tan ceremonioso.

¡Ay, otro destino habría conocido Napoleón si el 18 de Brumario se hubiera conducido con más educación con el Directorio ...!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ejemplar comportamiento, oiga, claro que sì!


(By the way, un puntazo la idea de los libros de buenos modales :) )

Anónimo dijo...

Hay un problema. Y es que ese cretino que funge de Jefe de la Policía del Ecuador, en realidad, nunca quizo dar un golpe de Estado. Era un amotinamiento de una facción mayoritaria de la policía que reclamaba más prebendas de las que ya tenían, pero que se salió de todos lo causes (lo cuál era más que previsible si se considera la calidad moral y cultural de la policía ecuatoriana). Ná más. El problema es que el mundo entero se ha tragado con patatas el cuento del Gobierno ecuatoriano acerca de que se quería un golpe de Estado. Golpe de Efecto mediático es lo único que sí ha habido.

Anónimo dijo...

Las buenas maneras pueden ser más o menos llanas o refinadas. Las malas son síntoma de incapacidad.

Es propio del buen verdugo pedir perdón antes de despachar, y propio del reo concederlo, si se entiende que lo pide por las buenas maneras entre cristianos, no por la chapuza que se dispone a cometer