El nombre y prestigio de una universidad dependen, a la larga, de la cotización y buen éxito profesional de sus titulados y de los logros de sus profesores en la investigación. Sobre lo primero ya vino a decirnos el Rector, en el último Claustro, que ahora lo que importa es que no haya suspensos, o casi, y que luego con su pan se lo coman los que crean que tienen una formación seria y un título que les sirva. En materia de investigación y de investigadores, rige en la Universidad de León el principio de que tanto monta, monta tanto el que tiene méritos y reconocimiento en ese ámbito como el que no ha dado palo al agua y se pasa las horas ronroneando en las cafeterías del campus.
Dos son los logros más visibles de un investigador universitario: los llamados tramos o sexenios y el dirigir proyectos de investigación competitivos y subvencionados por entidades públicas y serias. En muchas universidades a los investigadores que van acumulando de lo uno y de lo otro se les descarga de algunas horas de docencia y se les presta asistencia de gestión. Aquí no, no sea que dejemos de valer todos lo mismo, igual Agamenón que su porquero. Además de eso, los investigadores pasan ahora por el filtro de las acreditaciones nacionales para profesores titulares o catedráticos. Se supone que a más acreditados entre el profesorado, más prestigio para esa universidad y que, en consecuencia, se les promocionará a la plaza respectiva. En otras universidades sí, aquí no. Se asciende a los acreditados para titulares porque salen más baratos así que con contrato. A los de cátedra se les frena y se convocan cuatro placitas anuales. Que sufran, o qué se pensaban. Esta universidad no necesita estimular a su personal ni presumir de los éxitos de sus profesores. Y no es que salga tan caro un nuevo catedrático, pues debe de suponer al año el coste de una de esas direcciones de área que los rectores se inventan para mantener estómagos agradecidos.
En la universidad de León investigar es perder el tiempo, y la docencia, buena o mala, va al peso. La universidad de León aparece muy abajo en las clasificaciones. A ver cuándo se hace un ranking de gobernantes universitarios, para poner a cada uno en su sitio.
Dos son los logros más visibles de un investigador universitario: los llamados tramos o sexenios y el dirigir proyectos de investigación competitivos y subvencionados por entidades públicas y serias. En muchas universidades a los investigadores que van acumulando de lo uno y de lo otro se les descarga de algunas horas de docencia y se les presta asistencia de gestión. Aquí no, no sea que dejemos de valer todos lo mismo, igual Agamenón que su porquero. Además de eso, los investigadores pasan ahora por el filtro de las acreditaciones nacionales para profesores titulares o catedráticos. Se supone que a más acreditados entre el profesorado, más prestigio para esa universidad y que, en consecuencia, se les promocionará a la plaza respectiva. En otras universidades sí, aquí no. Se asciende a los acreditados para titulares porque salen más baratos así que con contrato. A los de cátedra se les frena y se convocan cuatro placitas anuales. Que sufran, o qué se pensaban. Esta universidad no necesita estimular a su personal ni presumir de los éxitos de sus profesores. Y no es que salga tan caro un nuevo catedrático, pues debe de suponer al año el coste de una de esas direcciones de área que los rectores se inventan para mantener estómagos agradecidos.
En la universidad de León investigar es perder el tiempo, y la docencia, buena o mala, va al peso. La universidad de León aparece muy abajo en las clasificaciones. A ver cuándo se hace un ranking de gobernantes universitarios, para poner a cada uno en su sitio.
1 comentario:
A mí todo esto de las reducciones de carga lectiva me ha parecido siempre atar los perros con longanizas -lo cuál no significa que no juegue al juego, que lo hago; porque uno es tonto, pero no tanto-, porque si le reduces a la gente horas de clase por hacer lo que se supone que es su trabajo, y puesto que el número de alumnos no ha variado, vas a necesitar más profesorado -contratado- que cubra las horas que los demás no damos por las reducciones. Porque a ver; ¿por qué coño tienen que quitar un crédito por dirigir una tesis? ¿ó 0,75 si es un proyecto de fin de carrera? ¿o uno por un sexenio, que además ya se cobra aparte?
¿No forma parte todo eso de nuestra labor como profesores? ¿no va ya en el -magro- sueldo? Y a mayor abundamiento, ¿no lo tenemos ya reconocido mediante las retribuciones complementarias por méritos docentes e investigadores? ¿por qué narices hay que premiarlo dos veces? Ahora me saldrá el mal pensado que dirá que mira este tío, que se queja porque él no pilla cacho en lo de la reducción de carga. Pues no; se equivocan. Aclaro ya mismo que no soy de los mejor parados en el asunto -hay auténticos maestros-, pero de los peor, tampoco. Un término medio. Dejando aparte a los cargohabientes, que ya he dicho que esos son de otra galaxia.
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