Les
confesaré, amigos, que mi habitual pesimismo se torna día a día catastrofismo militante. Ya no
me llega la camisa al cuello. Deseo con toda mi alma no acertar en mis temores,
pero en mi contra he de decir que últimamente atino bastante. Digo mal: acierto
en líneas generales cuando me pongo cenizo, pero tiendo a quedarme corto al
anunciar los desastres. Al fin, todo es peor de lo que a los menos optimistas
nos parece.
Me
fijo mucho en Grecia, mucho. A los griegos los tengo por nuestros más significativos
precursores. El lema del ciudadano español medianamente informado y con
razonable mosqueo no puede ser sino este: como estén los griegos hoy, así
estaremos nosotros mañana. Y ojo con lo que mañana les ocurra, porque nos
tocará pasado. Por cierto, cada vez se oye menos aquello de no somos Grecia.
Tenía su gracia. Ahora en vez de tales comparaciones hacemos cábalas sobre los
encamamientos del Rey de aquí, casado, por cierto, con griega a la que no
frecuenta ni a la manera griega ni a la ortodoxa, dicen. Perdón, se me fue la
cabeza.
Ayer
fueron las elecciones griegas. Pues ya ven lo que hay. Partidos tradicionales
perfectamente combustibles y variados extremismos que te ponen los peloponesos
de punta. El contexto económico ya lo sabemos, ruina total y absoluta, Estado
fallido, sociedad indignada, corrupción como humus cultural y resentimiento como sustrato moral.
¿Previsión? Antes de un año o dos andarán a tiros los griegos. Nazis matarán
comunistas y comunistas matarán nazis. Y unos y otros se cargarán también, en
perfecta sincronía, a los pocos demócratas de bien que traten de salvar las
formas democráticas y de guardar la compostura y que no hayan puesto a tiempo pies
en polvorosa. Cuando los griegos comiencen su guerra civil, ¿quién irá a
interponerse y para qué? Nadie.O los turcos. A lo peor empieza por ahí la tercera.
No
somos del todo Grecia todavía. Pero ahí vamos, si Europa no lo remedia y si
nuestros grandes partidos no recuperan el seso para hacer unidos las reformas
que haya que hacer. En esto de la responsabilidad del PP y el PSOE las
impresiones de ahora mismo no pueden ser peores. No saben, pero joden y
destrozan y se aplican a la demagogia con saña de psicópatas.
Si
las cosas se ponen tan mal como en mis horas más bajas temo, hay un dato que me
preocupa sobremanera. No sé en Grecia, pero lo que es aquí hay tal cantidad
de hijoputas con sed de cheka y ambición de paseo al amanecer, que pánico me da.
No, no me mire usted así, amigo, mire a su alrededor y eche cuentas. Es lo que
hay. Unos te señalarían por gusto, otros por miedo y otros por un plato de
lentejas o la mesa de tu despacho. Pero a esta prole amamantó nuestra cerda,
igual que a aquellos romanos les dio de mamar la loba. Además, tenemos
experiencia y más de uno lo trae en los genes aun. No hace tanto que murió el
abuelo.
Ayer
en la cena tuve un arrebato todavía peor que este y mi pobre esposa me contemplaba
horrorizada, mientras le contaba yo que, sin prisa pero sin pausa y por lo que
pueda pasar un día, hay que tener siempre a mano el pasaporte y mil euretes y bien engrasados
los contactos en el extranjero. En el 35 había aquí quien no se lo creía. En el
33 alemán, otro tanto. Y ya ven lo que están votando de nuevo los europeos, ya
lo ven. De momento son votos de fogueo, pero más vale que empecemos a
precavernos. Y a pedir a nuestros políticos del gobierno y de la oposición un poco
de sentido común y un mucho de mesura.
No
me regañen, yo deseo más que ustedes que mis oscuros temores sean resultado de
una insolación italiana o de que me tomé ayer unos corticoides con coca-cola y
no sé yo.
5 comentarios:
Millones de españoles han emigrado en las ultimas décadas a otros países europeos y creo que, en general, los que allí se han quedado son más felices.
Resulta especialmente triste que incluso en la época teóricamente buena en España no se vivía tan bien como se pensaba. Los sueldos seguían siendo bajos y las horas de trabajo interminables, al menos para lo que estuvieran en el sector privado.
Los dramas que se están produciendo conmueven a cualquiera. Peor que perder el trabajo es la desesperación de saber que no hay salida (en el mejor de los casos) a corto plazo. Sin embargo, es increíble que este sea el mismo país que hace bien poco miraba por encima del hombro a emigrantes procedentes de otros países, como si y sin nosotros fuéramos de rancio abolengo y siempre hubiéramos comido en mantel.
En Galicia se habla ya abiertamente de emigración y son ya muchos los que se han ido en los dos últimos años. Se avisa en la prensa gallega que es muy conveniente hablar algo de la lengua del país de acogida. Yo pienso que incluso sin idiomas hay más dignidad en lavar platos en un restaurante inglés que resignarse a no tener nada en España.
Profesor, esté preparado, tenga la maleta hecha por si acaso.
La mezcla de escacéz económica y reivindicaciones identitarias ha sido históricamente explosiva. Hasta ahora no lo ha sido para España...
Tranquilo profesor, que no somos tan malos.
Yo tenía un pie en Ecuador pero he cambiado a Chile, el éxodo inmigrante en europa a sus paises de origenes, dicen los agoreros y malos profetas, dejarán a Ecuador y algún País más en límites africanos. aun me queda el consuelo del tonto para los amigos que se queden aquí de que Alemania no nos dejará morir del todo pues somos buenos consumidores.
¿Por qué ese pesimismo? No, no, se equivoca - basta que aplique un momento la lógica.
La crisis se lleva por delante una cosa: el "virgencita, virgencita, que me quede como estoy". Es decir, el conservadurismo estrecho y sumiso. Fijémonos en la verdad de a puño que dice Exiliado: incluso cuando las cosas "andaban bien" no andaban bien para nada. Sueldos bajos, corrupción generalizada, problemones estructurales, tanto éticos como prácticos, barridos debajo de la alfombra. Mentiras y más mentiras...
La crisis se lleva por delante la ilusión (insostenible) de estabilidad. Bienvenida la crisis. Entonces, una de dos.
Opción 1) se arma la de dios. ¿Y qué más da? Aquí hay un consenso generalizado -y a las pruebas me remito, sobre hechos históricos bien concreto- que cuando se arma la de dios "no ha pasado nada", no hace falta ni siquiera vaciar las cunetas, mucho menos revisar las 'sentencias', y que se vive de puta madre pisando día tras día la memoria de los que han sido follados de mala manera, y llamando 'majestad' al monigote legado por la cabeza visible del desastre.
Diría que en este contexto, si se vuelve a armar la de dios, un observador desapasionado ni pestañearía, diría, "más de lo mismo, esencial continuidad histórica". No ha lugar para el pesimismo. Desde el punto de vista de una sociedad que ha justificado 'de facto' los paseos al amanecer, condonando la situación socioeconómica y jurídica resultante (y llamándola 'reconciliación' y 'transición modélica', que es lo bueno), ¿qué más dan un par, o un par de millones, de paseos mas? No somos tan importantes.
Opción 2) se revisan los fundamentos de la convivencia, pero de veras. Porque así no funciona. Se piensa, se analiza, se redistribuye. Caiga el privilegio que caiga. Y en ese contexto habría lugar para el optimismo, y del bueno.
Resumiendo: dos posibles opciones, una esencialmente neutra y continuista, otra francamente esperanzadora.
¡Bienvenida la crisis!
Salud,
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